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Sembrando la semilla | Paraguay

SEMBRANDO SEMILLASilvana Maldonado ha sido cristiana por varios años y sentía en su corazón la necesidad de compartir con otros sobre Dios. Ella tuvo la oportunidad hacerlo y convertirse en una obrera de la mies en Paraguay mediante la plantación de iglesias al iniciar, junto a otros plantadores de su iglesia local, el proceso de entrenamiento.

“Llegué a esta zona de plantación después de comenzar los módulos y hacer trabajos de encuestas, comenzamos a visitar varias zonas ya que no conocíamos bien está ciudad, pero pudimos ver que no había iglesias y supe que había una gran necesidad de plantar iglesias”.

Encontraron a alguien con una necesidad urgente por sanidad, cuenta ella, y visitaron esa familia para orar. Desde entonces la familia abrió sus puertas y aceptaron recibir la Palabra de Dios cada semana en la ciudad de San Antonio, en Paraguay.

Una de las vidas transformadas dentro de esta familia fue Marisel Dávalos, quien cuenta que ella creía saber sobre Cristo, pero cuando Silvana le compartió sobre Él se dio cuenta que en realidad no sabía nada.

“Antes me sentía vacía y durante los problemas que tenía sentía que no iba a poder superarlos. Sentía que se me caía el mundo, pero aprendí a orar como ellos y a confiar en Dios durante las pruebas”, cuenta Marisel.

Ahora Marisel y su familia no sólo tienen fe sino también esperanza durante los tiempos difíciles, y anhelan que otras personas puedan escuchar también; por esta razón su hogar es donde la gente que quiere escuchar de Dios pueden ir y ser discipulados por Silvana.

“Vinimos a visitar, esta familia nos abrió las puertas de su casa para poder reunirnos cada semana y compartir la Palabra de Dios y creemos que el Señor nos guio hasta este lugar”, agrega Silvana y cuenta que esta familia fue la respuesta a varios meses de evangelismo y de visitar casa por casa.

Ella asegura que después del entrenamiento y la parte práctica, la plantación de iglesias es una herramienta poderosa para todo el que desee extender el Reino de Dios. “A veces queremos hacerlo pero no tenemos la herramienta y no sabemos cómo comenzar, y lograr encontrar ese contacto con la comunidad”.

“Hemos visto la transformación de la familia, como la semilla plantada da su fruto. Vimos que a través de las actividades, la comunidad nos decía que quería involucrarse al ver nuestra preocupación por ellos. Mostramos el amor de Cristo hacia ellos”, cuenta Silvana.

“La comunidad es impactada también cuando el sembrador invierte su tiempo en la comunidad, porque cuando nadie se preocupa por ellos; esto les muestra que alguien lo hace”, agrega.

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