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Avanzando sin límites

Eduardo ECEduardo Poma vive en Carcelén Bajo, barrio ubicado al norte de Quito, en Ecuador. A sus 38 años la pasión por llevar el Evangelio ha incrementado, y fruto de la misericordia de Dios, dice él, ha podido compartir con otros la Palabra de Dios.

A pesar que Eduardo conoció a Cristo hace 9 años atrás, cuenta que nunca tenía tiempo para estar involucrado en la iglesia ni con la Obra. Su trabajo y otras prioridades absorbían su vida. Eduardo no se imaginó que su vida cambiaría hace 5 años cuando sufrió un accidente de tránsito y quedó parapléjico. “Me enoje tanto con Dios porque sentí que me castigo y no quería saber nada de la iglesia ni de Él”, asegura, “pero después de dos años Dios empezó a tocar mi vida nuevamente, a sanar mi corazón y entonces decidí asistir a la iglesia nuevamente”.

Para Eduardo y su familia no fue sólo un proceso de adaptarse a su nueva vida, sino también de depender completamente de la mano de Dios; pues debido a su condición el trabajo dejó de llegar como antes, y con cinco hijos que apoyar, él sentía una profunda carga. Sin embargo, en su corazón sabía que su vida tenía un propósito.

“Cuando asistimos a esta iglesia, Familias Saludables, me invitaron a participar en el entrenamiento de plantadores sin que les importará mi condición y las dificultades que tendría para realizar el trabajo. Mi familia, mi esposa y mis hijos, me motivaron para que me entrenará y así empecé a capacitarme”, cuenta Eduardo.

Este plantador cuenta que el material de plantadores le ha servido y quiere seguirse capacitando. Actualmente cuenta con un grupo de estudio bíblico con alrededor de treinta personas, donde él comparte la Palabra de Dios y las enseñanzas. También cuenta que tiene la oportunidad de compartir su experiencia con otros y especialmente con un grupo de drogadictos con quienes ha empezado a compartir de Cristo.

“A veces me cuesta ir a visitar a la gente del grupo porque no es fácil movilizarme. A veces los taxis no quieren llevarme porque me ven en silla de ruedas y usar bus es más complicado. Pero yo siempre digo que para mí es difícil, pero no imposible hacer el trabajo que Dios me manda”.

Eduardo sigue trabajando con pasión y compromiso en la Gran Obra, y tiene la certeza que Dios pondrá en su camino las personas que necesiten escuchar el Evangelio. “Como dice Dios, su Obra no es en vano y le creo a Dios porque en estos cinco años hemos visto como nos ha sostenido en todo sentido”, asegura.

“Hasta ahora sigo pidiendo a Dios que trabaje en mi vida, que su Palabra siga haciendo la obra en mí. Cuando me gradué de plantador le dije que haga conmigo lo que tenga que hacer y que utilice mi vida de acuerdo a su propósito y los fines que Él tenga”, agrega Eduardo.

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